El comienzo de todo es la mirada,
la vista sutil que todo lo cuenta
en este canto, y una voz que tienta,
esa desnuda piel del alma amada.
Surge de pronto la pregunta ansiada,
no para saciar todos mis antojos,
se vive acariciando los enojos
¿Debo escoger, entre todo, la nada?
La delicia de inicio es el temblor
de las piernas, el prólogo irredento
del cristalino y naciente furor,
solo es una vez el tímido tiento,
la ternura es el especial sabor
¡No importa encontrar el amor, intento!