Suprema mística religiosa,
candorosa, reflexiva, suficiente,
aliciente caricia que me coge,
y emergen punzadas en mi ombligo.
¡Cómo sudas subiendo,
bajas frías sin chal!
el mal anima
al animal nocturno,
y una mano vuela
y unos pies se entrelazan
en la noche, que se funde entre
la espiga que penetra en medio
del umbral, y los labios ardientes.
©José Ángel Pineda