¡Quién tuviera la ternura!



¡Quién tuviera la ternura!
en las pieles de un cantar,
sobre las gracias de amor
que gustan de un rico pan!



¡Se acercan rítmicamente
arpegiando alguna lira,
en una musa cualquiera,
con la mirada exquisita!


fresquecita de cristales
manantiales de sonrisas,
lo natural, lo salvaje
que convida a la delicia.



Y suspira ante el ardor
y que no llega con prisa
y se queda a departir,
y se va, siempre se queda


como una loca impaciencia
se complacen las estrellas,
está muy corta la noche,
y hay un fuego que atizar.


Hay que jugar en la danza
que son palabras, las lenguas,
voces que avivan el fuego
y que calientan las sombras,


Ojo de un pie, de una pierna,
y que otro ojo atrae al centro
de una mística pupila,
profunda como miradas,


como de unos pies que suben
como los ojos de un pie
como los otros que sienten
como que ven al revés.

©José Ángel Pineda