Ojos de la mar refulgentes,
como luces de miel
brillan viscosos,
tengo ganas de cosas,
de las rosas
que pretendo y que no,
no sé por qué.
Siempre es lo mismo.
Las estatuas vírgenes
caminan
curiosidad y caprichos,
amantes del amor,
ya no hay con quien,
ya no es como antes,
pero son tan románticas
las pretensiones
como una tierna necesidad
que me acompaña.
He de apartarme
de quien me quita la sonrisa,
la tentación de una caricia
y de alguna delicia, que sobre
en algún lado.
Instantes idos,
perdidos en la luna,
en una fresca mocedad
de la loca locura
que ya no volverá.
©José Ángel Pineda
caminan
curiosidad y caprichos,
amantes del amor,
ya no hay con quien,
ya no es como antes,
pero son tan románticas
las pretensiones
como una tierna necesidad
que me acompaña.
He de apartarme
de quien me quita la sonrisa,
la tentación de una caricia
y de alguna delicia, que sobre
en algún lado.
Instantes idos,
perdidos en la luna,
en una fresca mocedad
de la loca locura
que ya no volverá.
©José Ángel Pineda